Siete décadas atrás se prendió en Santiago de Cuba la chispa de una revolución que terminaría triunfando “con todos y para el bien de todos”, como soñó el apóstol.
Siete décadas atrás se prendió en Santiago de Cuba la chispa de una revolución que terminaría triunfando “con todos y para el bien de todos”, como soñó el apóstol.
Hombre parco, observador, tajante, narrador tremendo y sensible poeta, el Che es tan de Cuba como Maceo.
Sus vidas hablan más que las palabras, y sus ideas perduran en el corazón de todas las personas progresistas de la humanidad, dispuestas a continuar su obra y convertir en realidad sus aspiraciones, en beneficio de los pueblos.
Lo hizo en respuesta a la obligación que tiene, como máximo órgano ejecutivo y administrativo, de ofrecer respuestas al pueblo, sosteniendo estrechos vínculos, y de someterse a su control
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